El niño de las Rosas Rojas
vive en su mudno de Paz
y agoniza.
Tiñe pétalos con sangre
y pasión escarlata
y agoniza.
No es que no le guste,
pero no comprende
algo que no sea su amor.
Es un niño al fin,
inmaduro, sin duda
y cada lágrima que derrama
es un sueño perdido
que utiliza para limpiar sus manos
rasgadas por espinas frías.
El niño llora y grita,
pero nadie lo comprende
ni sabe que él no puede crecer
porque su espíritu se apaga
con la cuenta regresiva
de su corazón al latir.
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