domingo, 22 de marzo de 2009

Sangrar, hasta no sentir más nada.
Llorar, hasta ser feliz.
Él es silencioso con lo que hace.
Pero sus balas ya no te pueden matar más.
Dulce campana que suena hasta el final,
sigilosa campana, tiembla una vez más.
Soltás las cadenas para qeu el odio controle
todo lo que querías evitar.
Sangre cae, cálido río rojo,
no necesitás más respirar.
Dejás de parpadear para no perderlo de vista.
Te hundís en el sueño y ya no soñás.
Tarde roja, empapada con sangre.

¿Qué más podés pedir?
Llegar a la gloria de terminar lo que no empezó por tu cuenta.
Al fin tenés tu libertad y no la podés usar.
Sos leyenda, misterio y depresión para los que no te conocen.
Qué feliz que es, ayer estuvo con vos,
el que es tu amigo, ríe más que nadie.
Al fin entiende lo que perdió.
Ideas cuadradas te rodean
para que pienses que terminó.
Todo comienza con tu grito, tu dolor,
tu placer, tu ambición. Al fin callás.
Vivos te llevan, muertos acompañan.
Suave, levitás por el suelo.
Se acabó, nacés de nuevo.
Llorás.

Pasado - 2003

No hay comentarios:

Publicar un comentario