viernes, 22 de mayo de 2009

Confesiones de un Loco

Los brazos en la espalda simbolizando represión;
las telas grisáceas manchadas con pequeñas gotas de sangre por los golpes consternaban la pureza de las ideas y las confundían. 
Como bien dijo ella una vez: "te volvería loco".

...Y la camisa de fuerza te apretaba el cuello...

Podría verme eternamente reflejado en la cuchara que utilizo para intentar escapar, pero temería desgastar mi única posibilidad de salir.

El tiempo pasa, y a ésta altura desconozco el origen narcótico de mis pensamientos.
Una pastilla para ésto, una píldora para aquello, un psicofármaco para convertirte el alguien más.

Sí, en alguien más.

Porque ya no puedo decir que sigo siendo yo...

Mientras nadie observaba, continuaba escarbando la unión de los ladrillos debajo de la gomaespuma. Y a veces, hasta creía respirar aire fresco que entraba por los micro-poros que se veían, contrastando con el oxígeno pútrido de la habitación.

Qué hermoso era escuchar el rebote del sonido en las paredes de los pasillos al ser arrastrado fuera de ahí... Me la pasaba gritando con tal de escuchar el eco. 
Uno se sentía zordo con tanta absorción del sonido. 
¿Cómo quieren que uno no enloquezca?

...Y la camisa de fuerza seguía apretándome el cuello...

Un día fui cambiado de habitación... 
Comprendí que estaba muerto desde que había entrado a ese lugar, y, en dicho instante, sentí como si hubieran profanado mi tumba. 
¡Me habían puesto en otro ataud!

Por suerte, ahora sé que la camisa está terminando de asfixiar mi cuerpo, y tarde o temprano voy a ser libre nuevamente...

...Y la libertad es el golpe de un guante
en la cara de la sociedad...

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